Combatir la soledad no deseada con la inserción laboral
«Chaima ha sido la mejor compañía posible, y no lo digo porque ella esté presente», asevera Merche Muñoz, pensionista bilbaina, provocando rubor en la joven de 27 años que está sentada a su lado. Las cuatro décadas que separan a ambas no han sido un obstáculo para que hayan tejido un vínculo que para Merche ha sido sanador y para Chaima, revelador. Su participación en el proyecto piloto intergeneracional Zurekin, dirigido a que desempleados menores de 30 años de Otxarkoagaacompañen a personas mayores y promovido a través de Bilbao Ekintza, ha supuesto un antes y un después en cómo afrontan su futuro inmediato. “Tenía una depresión muy grande y me la ha quitado. Cada vez que venía a mi casa, me dejaba como nueva”, asevera la pensionista de 67 años sobre la joven que ha corroborado, con esta experiencia laboral, su verdadera vocación.
Chaima Rguibi es una de las diez jóvenes desempleadas –en el momento en el que accedió al programa–, sin estudios o con estudios básicos, que ha formado parte del proyecto tras ser seleccionada por Lanbide. Tras recibir una formación inicial de 120 horas sobre acompañamiento a personas mayores fue contratada durante 6 meses, con un 75% de jornada, para poner en práctica los conocimientos adquiridos. “Me formé como sociosanitario, pero me estaba costando encontrar trabajo, por lo que me inscribí en la oferta y finalmente me llamaron a través de Tendel”, afirma Chaima, que ha recibido orientación laboral durante todo el proyecto, haciendo alusión a la asociación de Otxarkoaga que ha gestionado esta iniciativa financiada también por el Fondo Social Europeo. “Al principio nos costó un poco arrancar. Teníamos miedo porque la gente no nos conocía y, al ser chavales jóvenes, pensábamos que iban a rechazarnos”, revela la joven.
Nada más lejos de la realidad. Merche y Chaima conectaron al instante. “Le cuento cosas de la época en la que ella ni había nacido”, explica Merche, que menciona su adoración por el cantante Tony Roland mientras la joven de la generación Z escucha atentamente. Cuando Chaima apareció en su vida Merche apenas salía de casa por su delicado estado de salud tras sufrir una caída. “Me habían ofrecido ingresar unos días para que estuviera acompañada, pero tenía que tirar por mí misma”, indica la pensionista que también cuenta con el apoyo del Servicio de Ayuda a Domicilio. “Aquí tengo una prótesis”, dice señalándose la clavícula, “por lo que no me puedo secar bien el pelo”. Por ese motivo, Merche acude cada semana a la peluquería, donde le hacen un pequeño descuento por ser clienta habitual.
Durante dos horas y media, cuatro días a la semana, Chaima se ha dedicado a acompañar a Merche en su día a día. Pero sobre todo ha sido una buena confidente. “Con que haya una persona en un banco conmigo y me esté dando conversación, me es suficiente”, asevera Merche Muñoz, sociable por naturaleza y habituada a hacer labores de voluntariado. De hecho, asegura que tan pronto como se encuentre mejor, quiere retomar aquellas tareas que tanta vitalidad le aportan. Por de pronto, expresa su pesar por que el acompañamiento de Chaima haya llegado a su fin. Aunque su amistad continúa. “Hasta por teléfono te deja como nueva”, expone Merche. “¡Joe!”, acierta a exclamar la joven, visiblemente emocionada. “Me has hecho sentir como en casa”, concede posteriormente Chaima, que tras la finalización del proyecto recibió una oferta de Tendel para continuar con la labor que ya venía desempeñando.
Este caso de éxito ha sido posible gracias a la colaboración de varios agentes. “Se trata de una convocatoria de Lanbide destinada a colectivos de atención prioritaria, como son los jóvenes menores de 30 años. Como Ayuntamiento de Bilbao hemos concurrido a esa subvención y el proyecto se ha materializado con el apoyo de Tendel”, especifica Maribel Sarasa, responsable del área de Empleo y Talento de Bilbao Ekintza, quien apunta que el objetivo consistía en “orientar a jóvenes en formación o con una cualificación baja para introducirles en el ámbito de los cuidados, un sector que va a demandar muchos profesionales en el futuro”. En ese sentido, revela que tras la finalización del proyecto piloto están evaluando los resultados para ver cómo repetirlo tras incluir los ajustes necesarios. “Podemos mejorarlo dando una formación acreditada que permita que la entrada de los jóvenes al mercado laboral se lleve a cabo con mayores garantías”, apostilla.
Que Otxarkoaga sea el barrio diana en el que iniciar el proyecto no es una casualidad. “El 27% de su población es mayor de 65 años. Y el 22% reside solo en su casa”, revela Sarasa, quien indica que el número de menores de 30 años sin cualificación es de 300. “Nuestro foco está en ver la situación del barrio, demográfica, relacionada con las necesidades de las personas que están en edad de incorporarse al mercado laboral, con las dificultades a las que se enfrentan”, manifiesta Arantxa Sarmiento, orientadora laboral de la asociación Tendel, donde cuentan con diferentes proyectos para abordar esta situación. “En algún momento de nuestra vida, todos necesitamos que alguien confíe en nosotros”, añade. Asimismo, observaban con atención la realidad de las personas mayores del barrio que, pese a que cuentan con recursos del Ayuntamiento de Bilbao a los que recurren, pueden “sentirse limitadas en su día a día por situaciones de soledad no deseada”.
Aunque los destinatarios del programa eran jóvenes residentes en Otxarkoaga, también han participado desempleados del Casco Viejo, Uribarri o Santutxu. “Ha habido personas que han concatenado con otros procesos formativos en el mismo sector o han podido retomar procesos que tenían abandonados, también hay quien está buscando empleo de manera activa o personas que se han incorporado al mercado laboral”, concreta la orientadora laboral de Tendel sobre aquellos que han accedido al proyecto destinado a disminuir el sentimiento de soledad no deseada, pero también a favorecer la autonomía personal de las personas mayores, así como fomentar su participación activa en la comunidad. “Estamos muy satisfechos del resultado del proyecto piloto, pero todo es mejorable”, reconoce Sarasa, quien revela que valoran la posibilidad de extenderlo a otros barrios o, incluso, de plantearlo como un programa estable.
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